En el aire.
No sé cuando empecé a masticar esto de la militancia, del compromiso
social o como gusten llamar los que hacen
titulares para vender más diarios.
En realidad si se, después de la muerte de Marcos a manos de
aquel pobre chico de uniforme que no sabía cómo manejar el arma reglamentaria.
Pobre pibe seguro algún incoherente había autorizado para que saliera a la calle
casi con la cola entre las piernas.
Marcos estaba con unos amigos tomando unas cervezas en el bar a dos cuadras de
casa por calle 50, cerca del museo,
buscando seguro los labios de Martina, que locura tenia con esa morocha, pero la muy yegua no le daba ni cinco.
Me parece que el bar se llama el Faro de los ahogados o algo
así.
Que será de la vida de Martina, cómo puedo tener tantos pensamientos
innecesarios todo el tiempo, me pregunto, será porque pienso demasiado.
Creo que Marcos tenía diecisiete. Si, hace diez
porque estoy a meses de cumplir veintidós
y en ese momento iría por los doce.
En mitad de la noche sonó el teléfono, era de la primera, para reconocer el cuerpo.
Mi viejo ya no estaba vivo se había pegado un tiro unos años antes porque ya no le daba mas el cuero de arrastrar ese cáncer
que lo había envuelto en una
mezcla de bilis y sangre permanente , otro pensamiento innecesario , en el final
solo toleraba helados de limón (nunca mas volví a probarlos) .
Pobre viejo se hizo justicia propia, se libero del
dolor con una calibre 28.
La cosa que la noche del asesinato de Marcos solo hubo silencio y lágrimas. Era tarde, mamá llamo a tía Elvira quien vino a cuidarme,
yo quería acompañarla, no quería que esa
morgue donde ahora estaba el cadáver de mi hermano se la comiera viva a ella también.
Mamá nunca se
recupero del todo, y yo me propuse con todas mis fuerzas ser el mejor hijo del
mundo, no solo no darle problemas de ningún tipo sino ayudar a construir un
mundo mejor. Eso anduvo bien al principio, los compromisos que cumplí en
materia ambiental, ser un buen amigo o defender de una pelea al desvalido junto
con ser un buen estudiante eran suficientes para cumplir lo prometido.
Todo se complico cuando entre en la facu a Trabajo Social y me cargue con otras
responsabilidades.
Desde el año pasado trabajamos en una zona
difícil, en el edificio de una sociedad de fomento,” El diamante en bruto”,
se llama, ellos mismos le pusieron el
nombre como señal de esperanza, sabiendo que los pibes eran valiosos solo que
había que buscar por dentro. Damos apoyo
escolar, y promovemos talleres en pos del arte con Violeta, la más bellas de
todas las artistas plásticas que rodean mi mundo (diría que la única).Es de la A a la zeta una revolucionaria y yo
estoy loco por ella. Había logrado que
confiaran en nosotros solo con palabras para luego convertirlas en hechos y defendía a sus pibas con uñas y dientes
contra viento y marea.
Anoche vino a golpear la puerta de casa, Violeta, pidiéndome por favor que la acompañara.
María, una de sus pibas estaba en la comisaria, su hermano Manuel,
con su pobreza, su ignorancia y su nacionalidad
como estigmas en la piel, pero
con su dignidad intacta no había querido pagarle el peaje a los milicos para
llevar las verduras que todos los días vendía en el barrio y los muy turros le
habían puesto unos gramos de coca para acusarlo de lo que no era culpable.
Pobre María cuando vio a Violeta rompió en llanto, Violeta
calmada le dijo que no se preocupara que ya había llamado a un abogado amigo
del viejo y que en un rato todo estaría solucionado.
Amanecimos en la comisaria los tres, en esos bancos inmundos
y duros donde el que espera desespera. Nos despertamos porque nos golpearon el hombro nada
amigablemente, vamos pibes limpien el banco sino los vamos a sacar a patadas en
el culo.
Nadie había aparecido, Violeta no podía creerlo insistía con
el celu del viejo y nadie respondía preguntamos por Manuel y no nos daban
información ninguna.
Permaneció varios días detenido, lo mataron a palos y no
volvió a vender verduras.
Violeta tampoco volvió a la sociedad de fomento, la experiencia
vivida se llevo su revolución a casa, pero a mí no lograron convencerme de lo
contrario, acá estoy arrancando un nuevo
proyecto, la radio del barrio, porque
no hay mayor valor que la palabra cuando se tiene algo que decir.
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