domingo, 6 de enero de 2019


A veces, muchas quizá,   uno se concede una tregua.
Ingenuamente cree que el alivio durará y cuando la comodidad llega,  aparece una canción o un sueño que regenera las palabras y el ahogo. No importa cuantas veces lo recuerdes, o cuantas veces lo escuches va tiñendo la piel de temblor y de agonía en una inacabable contradicción  desnuda.
La tregua entonces desaparece y volvemos a ser nosotros, con los deseos. los dolores y las ausencias.
Esa imaginaria tregua se abre de piernas y nos muestra todo aquello que queremos tocar con lujuria.
Nos muestra hasta donde somos capaces de conmovernos. Y nos sorprende. Y nos hiere.
Solo para estar allí para ser lamido.
Solo para estar allí para ser entregado
Solo para estar allí para ser.
Solo para estar allí..
Otra vez.