Cinco últimos poemas para Cris
1.
Ahora
escribo pájaros.
No los
veo venir, no los elijo,
de golpe
están ahí, son esto,
una
bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los
alambres de la página,
chirriando,
picoteando, lluvia de alas
y yo sin
pan que darles, solamente
dejándolos
venir. Tal vez
sea eso
un árbol
o tal
vez
el amor.
2.
Anoche
te soñé
sacerdotisa
de Sekhmet, la diosa leontocéfala.
Ella
desnuda en pórfido,
tú tersa
piel desnuda.
¿Qué
ofrenda le tendías a la deidad salvaje
que
miraba a través de tu mirada
un
horizonte eterno e implacable?
La taza
de tus manos contenía
la
libación secreta, lágrimas
o tu
sangre menstrual, o tu saliva.
En todo
caso no era semen
y mi
sueño sabía
que la
ofrenda sería rechazada
con un
lento rugido desdeñoso
tal como
desde siempre lo habías esperado.
Después,
quizá, ya no lo sé,
las
garras en tus senos, colmándote.
3.
Nunca
sabré por qué tu legua entró en mi boca
cuando
nos despedimos en tu hotel
después
de un amistoso recorrer la ciudad
y un
ajuste preciso de distancias.
Creí por
un momento que me dabas
una cita
futura,
que
abrías una tierra de nadie, un interregno
donde
alcanzar tu minucioso musgo.
Circundada
de amigas me besaste,
yo la
excepción, el monstruo,
y tú la
transgresora murmurante.
Vaya a
saber a quién besabas,
de quién
te despedías.
Fui el
vicario feliz de un solo instante,
el que a
veces encuentra en su saliva
un breve
gusto a madreselva
bajo
cielos australes.
4.
Quisiera
ser Tiresias esta noche
y en una
lenta espera boca abajo
recibirte
y gemir bajo tus látigos
y tus
tibias medusas.
Sabiendo
que es la hora
de la
metamorfosis recurrente,
y que al
bajar al vórtice de espumas
te
abrirías llorando,
dulcemente
empalada.
Para
volver después
a tu
imperioso reino de falanges,
al cerco
de tu piel, tus pulpos húmedos,
hasta
arrastrarnos juntos y alcanzar abrazados
las
arenas del sueño.
Pero no
soy Tiresias,
tan sólo
el unicornio
que
busca el agua de tus manos
y
encuentra entre los belfos
un
puñado de sal.
5.
No te
voy a cansar con más poemas.
Digamos
que te dije
nubes,
tijeras, barriletes, lápices,
y acaso
alguna vez
te
sonreíste.
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